El Ford Fiesta mide 3,95 metros de longitud, 1,72 metros de ancho y 1,48 metros de alto. La versión que hemos probado tiene un peso de 1.118 kg, a caballo entre rivales más ligeros como el Mazda 2 o los segmento B+, como el Peugeot 207 y sus 1.269 kg en una versión equivalente. Tiene una batalla de 2.489 mm. Bajo su capó hay un viejo conocido, el motor 1.4 TDCi turbodiésel, un desarrollo conjunto de hace 10 años por parte de Ford y el Grupo PSA, convenientemente actualizado a las actuales normativas de emisiones y el estado de la técnica.
Este bloque de aluminio desarrolla 69 CV a 4.000 rpm y un par motor de 160 Nm entre las 1.750 y las 2.500 rpm. Son cifras de potencia comparables a las de un diésel atmosférico de hace diez años, con la excepción de un mayor par motor y su principal ventaja, consumos muy reducidos: homologa una media de 4,1 l/100 km. No dispone de sistema Stop&Start, pero es su simplicidad de este cuatro cilindros common-rail de 1.399 cc la que le ayuda a conseguir un bajo gasto: dos válvulas por cilindro, turbo de geometría fijo.